El Diseño, como disciplina, es un elemento central para la vida cotidiana, al punto de que un buen diseño es imperceptible al usuario mientras que uno malo se deja ver inmediatamente.
Este último resultado podríamos considerarlo «no amable» con el usuario final: tal vez es difícil de leer, de comprender, o quien sabe, pero se sabe que es un mal diseño.
En cambio, el silencio que genera un buen diseño da pie a especulaciones sin sentido. Como dicen, «la mucha bondad causa menosprecio«, podríamos decir «un buen diseño causa menosprecio«: el hecho de que pase desapercibido lo hace común, y el silencio lo hace invisible.
¿Es amable el diseño? Pues debe serlo, una disciplina debe trascender a la opinión mediática, incluso si esta es devaluarla o reducirla a un mero componente estético. El diseño es fundamental, y aún cuando nuestra realidad actual sea vivir a la sombra de la publicidad, seguirá siendo fundamental para el desarrollo de nuestra sociedad.
¿Siempre debe ser amable? Pues, si cambian la pregunta, no. Si un mal diseño llama más que uno bueno, a veces convendrá hacer uno malo para buscar determinadas reacciones. Si bien esto suena hasta lúdico, es fácil desvirtuarlo en algo grotesco: no hay una forma correcta de hacer las cosas mal salvo no hacer las cosas bien, y ya desde ahí hay que ir con pies de plomo.
En fin, feliz día colegas.